

Otra serie brillante pero liosa
sobre gente superpoderosa

Pussy Deluxe
(mutante al margen de la ley)
Vuestro blog de cine, música, televisión, cocina y espectáculos.
Otra serie brillante pero liosa
sobre gente superpoderosa
Pussy Deluxe
(mutante al margen de la ley)
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Pussy Deluxe
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Pussy Deluxe
(plástica, elástica y de chachara)
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Los ojos verdes ( Marguerite Duras, 1980)
Lord Velasco
(verborrea irrefrenable)
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Star Trek (J.J. Abrams, 2009)
Lo reconozco: jamás me ha interesado lo más mínimo el universo Star Trek. Por eso, el enésimo intento de resucitar la franquicia creada en 1966 por Gene Roddenberry me hubiera pasado desapercibido de no ser por la presencia de J.J. Abrams, el creador de Lost. Al interés suscitado por lo que podría aportar el genio de Abrams, se unió el morbo de descubrir cómo se las arreglaría un fan de Star Wars para resucitar las andanzas de la Enterprise sin morir en el intento (a manos de los trekkies) tras confesar que nunca le gustó la serie.
Así que para mí, desde la ignorancia trekkiana, la experiencia ha sido positiva. Si de lo que se trataba era de insuflar vigor en la longeva saga, no queda duda de que Abrams ha sabido hacerlo. Esta nueva Star Trek, inteligentemente planteada como precuela, sirve de puerta de entrada a toda una nueva ola de espectadores que desconocen los avatares del capitán Kirk y su tripulación, bien por falta de sintonía o simplemente porque no habían nacido cuando empezaron. Pero además, le otorga suficiente libertad a Abrams para moverse a sus anchas y crear un origen trekkie en cuyo ADN se ha filtrado la filosofía del tándem Lucas-Campbell, responsables de un patrón que ha marcado el camino de buena parte de los héroes cinematográficos de los últimos 30 años (es imposible no sonreír ante las semejanzas de la ceremonia final que corona esta gesta con aquella que clausuraba La guerra de las galaxias). Pero Abrams y los guionistas Roberto Orci y Alex Kurtzman (trío creador de Fringe) no sólo han pensado en los neófitos, para deleite de los trekkies más veteranos han rescatado de su retiro al entrañable Spock original (Leonard Nimoy) para convertirlo en el cordón umbilical que une a esta nueva criatura con sus orígenes.
El resultado es una cinta con brío, que no decae a lo largo de sus dos horas de metraje y que combina una trama sencilla pero ingeniosa con unas escenas de acción sobrias y bien planteadas. Una aventura que, sin ser espectacular, te deja con ganas de ver la siguiente aventura de esta nueva tripulación de la U.S.S. Enterprise.
Otra película trekkie
para gente friky
degustada por
Pussy Deluxe
(absolutamente intergaláctica)
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Hay gente que desde su más temprana edad dividió a sus amigos entre trekkies y seguidores de Star Wars. Son los mismos que flipaban con el escote de Diana[1] aunque no compartieran sus gustos culinarios. Aquellos que soñaban con pilotar un Viper junto a Apollo y a Starbuck[2], que descubrieron toda clase de alienígenas a bordo de la Moya[3] y visitaron mundos sin fin a través de la Stargate[4]. Son los que se preguntan muy seriamente si su jefe no será un Cylon[5] aunque tenga la pinta de un embajador Centauri[6]. De entre ellos, también hay algunos que con emoción contenida son capaces de canturrear la letra de Ballad of Serenity[7], el tema que Joss Whedon[8] compuso para los títulos de crédito de su serie Firefly.
Si perteneces a estos últimos, puedes saltarte el texto que sigue y pasar directamente a disfrutar con el video del final. Si no es así, permíteme unos minutos de tu tiempo para explicarte las razones por las que no puedes perderte una de las mejores series de ciencia ficción de la historia de la televisión.
Firefly es un western espacial que cuenta las aventuras del capitán Malcolm Reynolds y su tripulación de renegados a bordo de la Serenity, una nave clase Firefly tan maltrecha como entrañable. Estamos en el año 2517. Los recursos de la Tierra hace tiempo que se agotaron y los seres humanos se vieron empujados a colonizar la galaxia. En un momento dado, las dos grandes potencias terrestres, EE.UU. y China, formaron la Alianza y quisieron someter a todos los planetas bajo su gobierno, lo que condujo a una cruenta guerra. Como resultado, los rebeldes, entre los que se encontraba Reynolds, no tuvieron otro remedio que exiliarse, como sus antepasados confederados, a los límites de la civilización, que en pasado era el salvaje Oeste y ahora son los planetas periféricos, en los que la influencia de la Alianza es menor. Reynolds cuenta con una variopinta tripulación que incluye a Zoe, una valiente veterana de guerra; su esposo Wash, que pilota la nave; Jayne, un mercenario dispuesto a lo que sea con tal de que la paga sea buena; la siempre optimista Kaylee, encargada de mantener en vuelo la Serenity; e Inara, una hermosa acompañante, mezcla de cortesana y geisha, que contra lo que pueda parecer, resulta que da prestigio a la nave. Su ya de por sí precaria existencia se complica aún más el día que deciden aceptar a bordo a un peculiar pastor y, sobre todo, a un joven médico y a su superdotada hermana, a la que ha conseguido liberar de las garras de la Alianza.
Es imposible ver Firefly y no quedar prendado de la serie. De su estupendo casting, de unas tramas rebosantes de aventuras y unos guiones repletos de ingenio y buen humor. Porque en Firefly, aunque los efectos especiales fueron galardonados con un Emmy, lo importante son los personajes y sus vicisitudes. Pero además, esa mezcla de western clásico y ópera espacial (que tan bien le funcionó a George Lucas), convierten a Firefly en una pequeña obra de culto llamada a convertirse en todo un clásico del género.
Pese a ello, la Fox estrenó la serie en EE.UU. a finales de 2002 y la canceló tras emitir tan sólo 11 de los 14 capítulos que componían la primera temporada. Y entonces se obró el milagro. Los fans empezaron a organizarse y crearon cientos de páginas web de apoyo, lo que provocó que su edición en DVD se convirtiera en un éxito de ventas. Poco tiempo después, la Universal ofreció a Whedon llevar el universo Firefly a la gran pantalla y, como resultado, Serenity se estrenó en los cines en 2005. Hoy en día, sólo hace falta darse un paseo por YouTube o por la red (http://www.fireflywiki.org/, http://still-flying.net/, http://www.fireflyfans.net/, http://www.browncoats.com/) para comprobar que los casacas marrones, como se autodenominan los seguidores de la serie, siguen estando muy activos. ¡Larga vida a la rebelión!
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En “Ponyo en el acantilado” hay un momento maravilloso: el niño Sosuke sale a la calle después de que un tsunami haya barrido el acantilado en el que vive y lo hace acompañado por la niña-pez que da nombre al título. “¿Has visto? El agua llega hasta la puerta”, dice él. Al segundo, los dos meten la cabeza en el agua y empiezan a ver animales extraordinarios. “Son criaturas del Devónico”, comenta Ponyo. Después de un breve silencio Sosuke se acuerda de su madre, que ha pasado la noche fuera, y decide reunirse con ella. Es memorable la forma en que Sosuke y Ponyo reaccionan con total normalidad ante un paisaje hecho de tsunamis, de olas que tienen ojos, de brujos salidos del mar y de animales extinguidos. Todo es posible en la infancia. Sobre todo, lo imposible.
Llegado a ese punto, “Ponyo en el acantilado” se convierte en la experiencia imprevisible y casi indefinible que suelen ser las películas de Miyazaki. Sus relatos siempre toman un camino tan insospechado como desconcertante. Desconcertante si se considera la línea recta como la mejor forma de contar una historia. En Miyazaki, la historia nunca es recta: está llena de asombrosos giros y de momentos que carecen de explicación causal. En sus relatos, el único compromiso es el de la fantasía.
Con la historia de la niña-pez que quiere convertirse en humana después de haber probado la sangre del pequeño Sosuke Miyazaki recupera la aparente sencillez de uno de sus títulos más emblemáticos, “Mi vecino Totoro”, después de haber firmado dos películas tan apabullantes como agotadoras. Para esa recuperación, opta por una animación tradicional basada en la técnica de la acuarela sin olvidar por ello su virtuoso sentido del detalle. Pródiga en escenas inolvidables (como el inicio, epatante; la secuencia del tsunami, donde Ponyo cabalga sobre las olas con el apoyo musical de una cita de Wagner; la conversación amorosa de los padres de Sosuke; el detalle de las medusas que flotan entre los árboles del pueblo anegado…), “Ponyo en el acantilado” es la prueba de que Miyazaki pertenece a esa clase de artistas que a veces prefieren mirar al pasado para seguir descubriendo el futuro.
Otra película fascinante
a la par que delirante
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X-Men Orígenes: Lobezno (Gavin Hood, 2009)
Si algo no me había ocurrido hasta ahora con Hugh Jackman es quedarme indiferente. He tenido altibajos, lo reconozco: del coma diabético por el exceso de azúcar de Kate & Leopold; a la empanada mental de The Fountain; pasando por la decepción de The Deception (aquí traducida como La Lista); el aburrimiento de Van Helsing; las fantasías desatadas por las patillas de Logan en X-Men; o el shock por el exceso hormonal de Australia; sin olvidar el gustazo de su actuación en las ceremonias de los Oscar y los Emmy; o su interesante exploración del lado oscuro en El truco final y Scoop, la carrera de este chico da para las más variadas sorpresas. Hasta ahora, que la apatía se apodera de mí tras visionar la esperada X-Men Origins: Wolverine.
Indiferencia ante una trama que olvidas tan buen punto abandonas la sala; ante un guión de frases acartonadas y escenas insulsas; ante unas peleas planas con estética de videojuego y ante los publicitados músculos del chico, que según cuenta le han costado un año de rigurosa dieta y entrenamiento. Que digo yo, que si hubiera invertido la mitad de ese tiempo buscando a un buen guionista y a un director más apropiado, otro gallo nos cantaría a todos. Porque vamos a ver, si resulta que haces una película para descubrir los orígenes del mutante más carismático de la factoría X-Men y resulta que el momento en el que el héroe encuentra dos elementos clave de su imagen iconográfica, como son la chupa de cuero y la moto, la escena te recuerda al Superman que Richard Donner rodó hace 31 años, tienes un problema.
Pero lo peor de todo, el pecado imperdonable, es haber convertido aquel Lobezno que paseaba su chulería socarrona por las pelis de Bryan Singer en un poñoñi capaz de vivir en la casita de Heidi, dejarse tomar el pelo por su hermano, por Stryker y hasta por la maestrilla del pueblo, y de aburrir incluso a la luna con sus cuentos mitológicos de andar por casa. Para este viaje, hubiera sido preferible no desvelar el enigmático pasado de Logan, ese que convertía al personaje en un ser frustrado y atormentado por no conocer su origen, y a la vez lo envolvía de un halo de misterio y rebeldía. Un personaje de su carisma y potencial se merecía más.
Otra película tontorrona y delirante
destripada por nuestra mutante
Pussy Deluxe
( lengua de adamantium)
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