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Devenir perra, Itziar Ziga

Los Libros de Lord Velasco: Devenir Perra, Itziar Ziga
La novísima editorial Melusina no ha dejado de ser noticia desde que fue creada por José Pons Bertran en 2002. Su prolífico catálogo se centra en el ensayo y escarba en temas de antropología, sociología, teología, feminismo, sexualidad, urbanismo y un largo etcétera. Es una editorial amante de la polémica, cosa que se agradece en los tiempos esclerotizados actuales tan amantes del aquí no pasa nada y de la transgresión tocomocho. Entre sus piezas más comentadas figura “La plaza del azufaifo”, de Isabel Nuñez, y el definitivamente inocuo a pesar de la gran repercusión que tuvo “Odio Barcelona”. Sin duda, una de las líneas más interesantes de Melusina es aquella que tiene que ver con la reescritura de la sexualidad, del feminismo y del universo queer. Alrededor de esa reflexión escriben autoras como Virginia Despentes, Lydia Lunch, Beatriz Preciado o Gabriela Wiener. Y todas con una tinta tan desbocada como combativa a la que se ha unido la de la furiosa Itziar Ziga.

“Devenir perra” es la encendida defensa de un feminismo chucho. Esto es: de una feminidad “extrema, radical, subversiva, espectacular, insurgente, explosiva, paródica, sucia, nunca impecable, feminista, política, precaria, combativa, incómoda, cabreada, despeinada, de rímel corrido, bastarda, desfasada, perdida, prestada, robada, extraviada, excesiva, exaltada, borde, canalla, viciosa, barriobajera e impostora” muy alejada, al decir de su autora, de los modelos de la feminidad dulce y autocomplaciente. Ziga no se limita a épater le bourgeois y a gritar. A su incontenible grito le sigue la reflexión y a la opinión, el documento. El libro comienza con el capítulo “Me gusta ser una zorra: la construcción del placer” que parte de un jugoso análisis de la mítica actuación que dieron Las Vulpess en el programa de televisión española Caja de ritmos a principios de los 80 y acaba con una “Oda al coño de Annie Sprinkle” en el que homenajea la labor de esa pionera del arte posporno. Entre uno y otro capítulo, además de extractos de entrevistas y un reguero de datos, hay tantas risas como lloros.
Me contaba el dueño simpatiquísimo de la muy recomendable librería Watergate que Itziar Ziga había protagonizado la firma de libros más espectacular y atronadora del Sant Jordi de este año. Por lo visto, llegó a la puerta de la librería con una caja llena de ejemplares que dejó sobre una mesa. Se sentó en una silla y se bajó las bragas. Después se pintó el chumino de rojo pasión y fue dedicando el libro a sus fans pasándolos por su raja. Eran las seis de la tarde en la plaza Vicenç Martorell.

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