miércoles

Biblioteca Básica de Literatura Clásica

A propósito de Ballard

“Nací en el Hospital General de Shanghai el 15 de noviembre de 1930, tras un parto difícil que a mi madre, de constitución delgada y caderas finas, le gustaba describirme años más tarde, como si aquello revelara algo sobre la desconsideración del mundo. Mientras cenábamos solía decirme que mi cabeza se había deformado mucho durante el parto, y creo que en su opinión ese detalle explicaba en parte mi carácter rebelde en la adolescencia y la juventud.” (“Milagros de la vida”, J.G. Ballard)


No sabemos si fue efectivamente a causa de ese sufrimiento fetal, pero posiblemente el truculento relato materno inoculó en Ballard el gusto por la realidad más descarnada. También debió contribuir a ello el hecho de que el autor pasara parte de su infancia, de 1943 a 1945, preso en un campo de concentración japonés, experiencia que después reflejó en su novela “El imperio del sol”, y que más tarde llevaría al cine Steven Spielberg. Lo que sí podemos constatar es que la obra literaria de James Graham Ballard, paradigma del escritor de culto, hace tiempo que anticipa y diseca el universo en el que ahora mismo vivimos. Ya en una de sus primeras novelas, “El mundo sumergido” (1963), imaginaba las consecuencias de un calentamiento global que provocaba que los casquetes polares se derritieran. Su imaginación visionaria creció en los ámbitos de la ciencia ficción onírica y subjetiva, y en los 60 era ya un autor de referencia de la llamada nueva ola de la ciencia ficción inglesa. Pero poco a poco, Ballard se va decantando hacia un aséptico hiperrealismo: en el fondo, como apunta Jordi Costa, comisario de la exposición “JG Ballard. Autopsia del nuevo milenio”, siempre ha hablado de lo mismo, de las claves de la contemporaneidad y de las patologías de nuestro futuro inmediato, como si estuviese efectuando la autopsia de un futuro que ha nacido muerto.

Precisamente esta exposición, que puede visitarse en el CCCB hasta el próximo 2 de noviembre, quiere ser un recorrido a través del universo creativo de Ballard: sus temas y obsesiones, su disección de la contemporaneidad, las huellas de su trayectoria vital en su obra de ficción, sus referentes artísticos y literarios y sus intuiciones, precisas y desencantadas, de una vida futura regida por los conceptos de la antiutopía aséptica y la catástrofe.
Para introducir al visitante en el universo ballardiano la exposición recorre a soportes muy diversos: instalaciones escenográficas, instalaciones audiovisuales, la biblioteca completa de Ballard, obras de artistas ballardianos y documentación varia. Además, la muestra coincide en el tiempo con la nueva edición de la Fiesta Internacional de la Literatura Kosmopolis 08, que se celebrará del 22 al 26 de octubre en el mismo CCCB, y por ello el festival incluirá un monográfico sobre el escritor.

Por si esto fuera poco, el pasado 12 de septiembre, la editorial Mondadori publicó “Milagros de la vida”, la interesante autobiografía del escritor, que empieza con la descripción de su nacimiento que encabeza este post y acaba con el estremecedor anuncio del cáncer que padece.
No sé vosotros, pero yo pienso sumergirme de lleno en este otoño ballardiano, y para que vayáis haciendo boca os dejo con un extracto del credo del autor que abre la estupenda exposición del CCCB: “Creo en la imposibilidad de la existencia, en el humor de las montañas, en la absurdidad del electromagnetismo, en la farsa de la geometría, en la crueldad de la aritmética y en el intento criminal de la lógica.
Creo en la no existencia del pasado, en la muerte del futuro y en las
infinitas posibilidades del presente.
Creo en los olores corporales de la princesa Diana.
Creo en los próximos cinco minutos.
Creo en la ansiedad, la psicosis y la desesperación.
Creo en la muerte de las emociones y el triunfo de la imaginación.
Creo en Tokio, Benidorm, La Grande Motte, Wake Island, Eniwetok, Dealey Plaza.”

J. G. Ballard
Otro viaje a lo trascendente
a cargo de
Pussy Deluxe

10 comentarios:

Anónimo dijo...

pues yo la exposición la vi (porque me llevaron, debo reconocer) y me gustó bastante. Estaba muy bien, porque era muy visual y no se te hacía nada pesada (para alguien nada entendido en el tema).
Asi que la recomiendo...

Anónimo dijo...

A mí la foto de ese coche perdido en el desierto me hace pensar en el que encontramos año tras año en Les Lloses. Aquel también es muy ballardiano. ¡Qué ganas de que vuelva a ser verano!

# dijo...

lo siento pussy pero el coche de las Llosas no lo volveremos a ver entero, siff, con suerte, podriamos ver alguna parte de él por el río...

Anónimo dijo...

Habel, qui yo tidavia tengu la cabra sin vendel y aquil la gente si disvaría con el cochel mierda ese. Ca magais el favol de cumpralme ya la puta cabra que nesesitu los dinerus pa pagal la condisional del Florete, ques mi compadre desdu shico.

Anónimo dijo...

Es verdad: el coche de Les Lloses, allá hundido en el río año tras año, parecía salido de un libro de Ballard.

La exposición estuvo muy interesante (como todas las que monta el CCCB). Y Ballard es un autor que engancha: yo había leído "El mundo sumergido" y "CRash". Ahora estoy con "Vermilion Sands", que es maravilloso. Así que, Pussy, en cuanto tenga un rato te pediré esos milagros de vida que has citado...

Anónimo dijo...

Mientras no nos partamos la crisma contra el parachoques no me importará encontrármelo en el río pero, ¿por qué lo dices, Chico Mutante? ¿crees que la lluvia lo arrastrará este año?

Toño, no te preocupes que entre todos hacemos una colecta y te compramos la cabra, que al precio que está la leche igual hasta hacemos negocio. Por cierto, Chichi tiene un colega con el que harías muy buenas migas. Pídele su dirección en Youtube.

Anónimo dijo...

¡Qué penita lo de Paul Newman!

# dijo...

Cuando vayais a Barna avisarme, que tengo unas ganas de comprarme el comic nº1 del D. Conan!!!

# dijo...

por cierto new encuesta in mi blog!

quien gane se llevará un paquete de clinex

Anónimo dijo...

La exposición me resultó interesante a pesar de no saber casi nada de la obra de Ballard. Y lo mejor fue la tarde que pasé con los amigos por Barcelona.