


Vuestro blog de cine, música, televisión, cocina y espectáculos.
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Y llegó 2007 y se desveló uno de los secretos peor guardados del panorama musical patrio: Guille Milkyway era La Casa Azul (o La Casa Azul era Guille Milkyway. Que da lo mismo como lo mismo da). Ese mismo año La Casa Azul publicaba su tercer álbum "La revolución sexual" y conseguía revolucionarnos hasta hacernos enloquecer de alegría, de felicidad, de deseo sexual, de consumismo atolondrado y de chaladuras varias.
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Las péliculas de Lord Velasco: La inglesa y el duque, Eric Rohmer (2001)
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Quinquis de los 80
El CCCB ha vuelto a dar la campanada con la que promete ser una de las exposiciones más interesantes de este año, la dedicada a la figura del quinqui, personaje que se convirtió en un auténtico icono en los años 80 a través del cine, la prensa y la música. Como en otras ocasiones, el CCCB revisa nuestra historia reciente sin caer en el cliché y el oficialismo, antes bien, hurgando en aquellos temas que todavía no han sido analizados con la atención merecida. En el caso de los quinquis, la atención está más que justificada debido a la importancia que tuvo dicho tipo de delincuente. Su presencia e influencia, que fue retroalimentada por el cine y la prensa más sensacionalista, produjo un gran malestar en la sociedad española de la época. Su popularidad no admite dudas: entre 1978 y 1985 se produjeron 30 películas en torno al mundo de la delincuencia juvenil, algunas de las cuales se mantienen entre las películas más taquilleras de nuestra historia; los titulares y artículos de la época fueron incontables; la música dio cuenta de un nuevo y exitoso estilo al que sirvieron grupos como Los Chichos, Los Chunguitos, Los Golfos o Las Grecas; el cómic ayudó a establecer la representación visual de la figura del quinqui e incluso la lengua se enriqueció con el acuñamiento de no pocas palabras, tales como apalancarse, bujarra, pluma, trullo, canuto, cepillarse, colega, chapero, comerse un marrón, estar en la onda, estar puesto, mono, pasota, rollo, talego o yonqui. La lista completa, todo un maravilloso diccionario quinqui, es uno de los platos fuertes de la exposición.
“Quinquis de los 80”, comisariada por Amanda Cuesta y Mery Cuesta, es un extraordinario recorrido por la llamada picaresca negra de la transición (en magníficas palabras de Eloy Fernández Porta). Partiendo de las películas más famosas del subgénero, de títulos como “Colegas”, “El pico 1 y 2”, “Perros callejeros” o “Deprisa, deprisa” que están acompañados de un atractivo plantel de carteles, fotografías y pressbooks, la exposición ataca el fenómeno quinqui desde todas sus dimensiones sociales. Especialmente relevante es el análisis del entorno urbano, el florecimiento de un urbanismo marginal que hizo de barrios como La Mina en Barcelona, San Blas en Madrid u Otxarkoaga en Bilbao el fértil semillero de los futuros quinquis. Barrios sin servicios, desarraigados y en los que el paro y la droga se cebarían malditamente. Pero la sección más celebrada quizá sea la que analiza las nuevas formas de ocio que vio nacer la cultura quinqui: la recreación de una sala de recreativos donde truena la música de un jukebox con casetes de gasolinera es todo un momento estelar.
“Quinquis de los 80” es una exposición que se recordará por la pertinencia de sus planteamientos, por la originalidad de su tema, por la brillantez de su puesta en escena y por la influencia que arrastrará consigo. El catálogo es una joya, vistosa y obligada.
Otra muestra de cultura alternativa
analizada con perspectiva
por
Lord Velasco
(quinqui en los 80, aristocrata en los 90)
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Terminator Salvation (McG, 2009)
Después de que Jonathan Mostow realizase en 2003 la olvidable Terminator 3: La rebelión de las máquinas, que los productores hubieran decidido volver a encomendar la cuarta entrega de la saga a los mismos guionistas de aquella, John Brancato y Michael Ferris, y la dirección a McG, perpetrador de Los ángeles de Charlie, no hacía esperar nada bueno. Tal vez por eso, debido a la falta de expectativas, los fans de la franquicia iniciada por James Cameron en 1984 no saldrán del cine defraudados. Porque aunque el resultado final de este Terminator Salvation está años luz de las dos primeras entregas firmadas por Cameron, es una película de acción bastante decente.
El primer gran punto a su favor es, sin lugar a dudas, la presencia en el reparto de Christian Bale. Un actor capaz con su sola presencia de dotar de entidad un papel tan peliagudo y enclenque como el de John Connor. Difícil, porque en esta ocasión, asistimos por primera vez a la plasmación de un personaje que se nos viene explicando desde aquella primera The Terminator y que, recordemos, han interpretado otros seis actores (1) antes que Bale. En esta, podemos ver por fin a ese John Connor convertido en una especie de líder mesiánico capaz de liderar a la raza humana en su lucha contra las máquinas, guiado por las cintas de casete grabadas por su madre (como lo oyen, unas cintas capaces de superar el paso del tiempo y hasta un holocausto nuclear, nada menos). Además, el papel de Connor debe lidiar con los imperativos argumentales que impone una película de acción, que no puede permitirse bajar el ritmo para entretenerse en las complejidades de un personaje. De ahí la importancia de Bale, capaz de hacer un mimbre con cuatro cañas, o lo que es lo mismo, con cuatro miradas y el tono de voz adecuado, lograr que su personaje se aguante a base de pose. Porque, como ocurría en las anteriores entregas, el verdadero protagonista es, una vez más, el Terminator.
(ESPOILER: si no has visto el trailer de la peli, ni leído nada sobre su argumento, mejor sáltate este párrafo)
Arnold Schwarzenegger inmortalizó el modelo T-800, hecho a su imagen y semejanza, todo fuerza bruta; Robert Patrick tomó el relevo con el mejorado T-1000, capaz de transformarse y adoptar cualquier apariencia; y Kristanna Loken, siguiendo la lógica evolutiva, se transformó en la letal T-X. Esta vez, el modelo se llama Marcus Wright, y como su nombre indica, es un híbrido mitad humano, mitad máquina, al que interpreta de forma eficiente Sam Worthington. Esta evolución del Terminator le sirve de excusa a McG para envolver las dos horas de acción pura y dura con el celofán pseudo trascendental de reflexionar sobre la esencia que nos hace humanos. Algo en lo que, si realmente estás interesado, puedes profundizar a lo largo de las cuatro temporadas de esa maravilla televisiva llamada Battlestar Galactica.
Otra muestra de cine de sillón
comentado con devoción
por
Pussy Deluxe
(1)Christian Bale is one of seven actors to play John Connor. In Terminator 2: Judgment Day (1991), the adult John Connor was played by Michael Edwards, the teenage John Connor was played by Edward Furlong and the infant John Connor (who appeared during Sarah Connor's dream sequence of the nuclear attack) was played by Dalton Abbott. Nick Stahl played the fourth John Connor in Terminator 3: Rise of the Machines (2003). Thomas Dekker currently plays John Connor in the TV series, "Terminator: The Sarah Connor Chronicles" (2008), with John DeVito playing a younger John in a flashback. IMDB
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Además del buen tiempo, la playa y la cercanía de las vacaciones, el veranito nos trae el relevo de las series televisivas. Nancy Botwin (Mary-Louise Parker) y los suyos regresan hoy lunes con la 5ª temporada de Weeds (Showtime). El día 14 de junio hace lo propio la 2ª de True Blood (HBO), y en agosto podremos ver la 3ª de Mad Men (AMC). Entre las novedades, The Warehouse 13, que se estrena el próximo 7 de julio en Sci-Fi tiene buena pinta y puede suplir el hueco dejado por Fringe, porque explica las andanzas de tres agentes del gobierno que deben hacerse cargo de un misterioso almacén que guarda todo tipo de objetos sobrenaturales.
Para empezar, os dejo con las divertidas promos de la nueva temporada de la traficante más sexy de la televisión. Os recomiendo especialmente el breve resumen de la historia de la marihuana y la parodia estilo Obama del impagable Kevin Nealon, Yes we cannabis!
A Brief History of Weed
Yes We Cannabis!
Weeds - Season 5 Promo
Weeds Behind the Scenes Season 5
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Lobezno en el cine: X-Men vs X-Men Orígenes
Por El Hombre de las Gafas
Si tuviera que ser mutante, ahora mismo me gustaría ser Lobezno. Tener su prodigiosa capacidad de regeneración para que mi cerebro no hubiese tenido que tardar casi dos semanas en reponerse de los daños sufridos tras el visionado de "X-Men origins: Wolverine" y sus letales garras de adamantium para rebanar el pescuezo y arrancar las vísceras a todo aquel responsable de tan lamentable película. También me gustaría ser Charles Xavier para reventarles la cabeza con mis pensamientos malignos, Magneto para sepultarlos bajo una montaña de escombros metálicos, Tormenta para freírlos a rayos y Madrox porque el mundo necesita infinitas copias de mí mismo para adorarme e idolatrarme.
No era necesario que los responsables del ¿guión? de esta especie de videojuego se leyeran los tropecientosmil comics que desde mediados de los años 70 se han publicado sobre el mutante estrella de la factoría Marvel para explicar el origen de Lobezno. Bastaba con que le hubiesen preguntado a algún fan pues estoy seguro que hasta el teenager más despistado tiene las cosas mucho más claras que ellos. Si me apuran, bastaba con ver las dos primeras películas de la saga X-Men y ser mínimamente coherente con el trabajo de Bryan Singer para entender quién es Lobezno (Logan, Arma X, Parche o como quieran llamarle) y tener la imaginación suficiente para crear un pasado a la altura del personaje. Pero no, David Benioff y Skip Woods, los maleantes encargados de escribir la historia decidieron crear un nuevo pasado para un nuevo personaje que, físico y poderes aparte, nada tiene que ver con el del cómic y mucho menos con el que se había mostrado en las cintas anteriores.
Porque cuando Bryan Singer rediseñó a la Patrulla X para llevarla a la gran pantalla lo hizo basándose en sus experiencias como lector de cómics y no en un cómic determinado. Me explico.
Durante los más de treinta años de existencia de Lobezno muchos han sido los guionistas que han contado sus historias y todos y cada uno de ellos lo han hecho desde un punto de vista distinto, partiendo todos del diseño básico del personaje: un mutante con esqueleto y garras de adamantium, con una capacidad de regeneración tan prodigiosa como profundo el vacío que hay en su mente y que le impide recordar su pasado antes de que le implantasen el indestructible metal. Han habido Lobeznos salvajes, perdidamente enamorados, asesinos, paternales, amistosos, confundidos, con sentido del humor, taciturnos... Pero nunca, nunca ha existido un Lobezno soseras e insípido. Así que a la hora de dar el salto a la gran pantalla había que elegir cual era el Lobezno que iba a protagonizar la cinta. Bryan Singer lo tuvo claro: su Lobezno sería todos y ninguno, es decir el suyo. Un Lobezno agresivo que se ganaba la vida luchando en la jaula de un tugurio en un lugar tan perdido y salvaje como él mismo, un Lobezno capaz de hacerse cargo de una adolescente asustada (Pícara) y encariñarse de ella hasta el punto de dar su vida por salvarla, un Lobezno deseoso de ser correspondido por Jean Grey, desconfiado con las pretensiones de Charles Xavier o decidido cuando tiene que frenar los planes de Magneto y sobre todo sexy, muy sexy (algo nunca visto hasta el momento). En definitiva, un personaje lo suficientemente atractivo, complejo y contradictorio como para hacer de él el eje central de todas las cintas de los X-Men (con permiso de Magneto). Eje central porque Lobezno es el reflejo invertido del resto de los personajes: es autosuficiente porque Pícara es una joven desvalida, es desconfiado ante la confiaza de Charles, es valiente ante la cobardía de Magneto, es inteligente ante la fuerza bruta de Dientes de Sable, es tan macho como femeninas son Jean Grey o Mística, es tan simpático como estirado es Cíclope y tan transparente como reservada es Tormenta. Lobezno es todo lo que es porque el resto de personajes son lo que son y viceversa. Singer aumentaría todas estas cualidades en la segunda película de la saga (tiene que hacerse cargo de tres adolescentes, Mística intenta seducirlo, él seduce a Jean,...) para alejar definitivamente a su Lobezno de cualquier estereotipo de matón testosteronado.
Y pasando por alto la tercera parte de X-Men, en la que el personaje se mantiene prácticamente fiel a lo que venía siendo, llegamos a "X-Men Orígenes: Lobezno". Contar una historia cuyo final es conocido por el público no es nada fácil ya que no puedes jugar con sorpresas finales ni con otros trucos de guión para hacerla más atractiva. Lo único que se puede hacer en estos casos es intentar contarla de la manera más ágil y entretenida posible y, a poder ser, salteada con otras tramas que la hagan más interesante. El problema viene cuando por entretenido se entiende algo vacío de contenido, con mucha pelea insustancial y mucho efecto visual para maquillar la falta de una historia que contar. Porque ¿de qué va realmente esta película, qué nos cuenta?. Las tres películas precedentes partían de una premisa bastante simple que servía como mera excusa para contar el mismo e interesantísimo tema: la lucha de las minorías para encajar en una sociedad que las teme, las discrimina y las odia. "X-Men orígenes: Lobezno" parte de una premisa igualmente simple: a un mutante con garras de hueso y poder para sanar rápidamente le tienen que revestir el esqueleto con adamantium y tiene que perder la memoria. El problema es que esta premisa no sirve para contar nada. Nada porque ningún personaje, incluido el propio Lobezno, interesa lo más mínimo. Stryker nos cuenta que su odio hacia los mutantes es provocado por su propio hijo, que crea alucinaciones en la mente de las personas y que causó el suicido de su madre, pero es que esto ya nos lo había contado en "X-Men 2". El resto de personajes pululan por la cinta con el fin de pelear y morir . De tal manera que la película acaba convirtiéndose en una especie de videojuego sin sustancia y su protagonista en un pelele aburrido que ante su incapacidad de transmitir cualquier tipo de emoción cerebral se pasea medio desnudo durante más de medía cinta con el fin de, por lo menos, hacer reaccionar a la platea de cintura para abajo. El problema viene cuando ni tan siquiera consiguen que mojes mínimamente las bragas o que te empines un segundo, porque ¿qué Lobezno nos está mostrando esta película entonces? La respuesta no puede ser más desalentadora: el que nunca ha existido, el que nadie antes había querido y en el que nadie jamás había pensado: el soseras, el insípido, el insustancial... Sólo espero, para acabar con el tema, que en las próximas películas sobre el personaje, que en vista de la taquilla seguro que se hacen, los responsables de la misma vuelvan a la senda marcada por Singer.
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Mucho ha dado que roer el nuevo trabajo de Patrick Wolf desde que se empezaron a filtrar algunas de sus características compositivas y financieras: que si era el resultado de una aguda crisis personal por la que Wolf había atravesado en medio de la gira de “The magic position”, crisis por la que rompió con su novia y se echó un nuevo novio y crisis por las que vivió una serie de experiencias al límite (¿al límite de qué?) que después se reflejarían en el single “Vulture”; que si “The Bachelor” iba a ser financiado por las aportaciones de los fans fijadas en 10 libras y por las que percibirían una parte de los beneficios de las ventas (¿digitales?); que si iba a ser un doble CD con dos partes muy contrastadas… Al final, el anunciado doble CD se ha visto dividido en dos: en el actual, “The Bachelor”, que hasta hace poco se iba a llamar “Battle”, y en la próxima publicación de su continuación, “The conqueror”, prevista para el año que viene. Se quiera como se quiera el resultado está lejos de ser lo oscuro que se intuía. El resultado es luminoso y hace pensar en “The Bachelor” como un trabajo de resurrección (personal) más que en una obra de destrucción desoladora.
La polémica rodea al disco. Hay quienes lo han oído como la peor obra de Patrick Wolf y hay quienes lo aplauden con entusiasmo. En mi opinión, se trata de un disco continuista que peca de irregular. No hay un solo hallazgo sonoro en “The Bachelor” que no estuviera ya en sus tres discos precedentes pero eso es tan cierto como decir que temas como “Hard Times” y “Oblivion” son magistrales. El mismo “Vulture”, tan discutido, tan denigrado y tan verdipuesto, es un corte de lo más interesante. Como siempre tratándose de Wolf no faltan líneas melódicas arrolladoras así como experimentalismo sonoro unido a cuerdas vertiginosas. Se dirá que canciones como “The Bachelor”, “Damaris”, “Thickets” o “Blackdown” son un auténtico lastre de cara a la redondez del conjunto. Pues sí. Pero de la misma manera que el público no necesita esos temas no es menos cierto que Patrick Wolf sí los ha necesitado.
Otro cantante raruro
flipado como ninguno
elogiado por
Lord Velasco
(anómalo y melómalo)
Etiquetas: 2. MÚSICA, Lord Velasco
Salón del Cómic 2009
Lord Velasco
(estrella de salón)
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Otra serie brillante pero liosa
sobre gente superpoderosa
Pussy Deluxe
(mutante al margen de la ley)
Etiquetas: 3. TELEVISIÓN, Pussy Deluxe
Etiquetas: 3. TELEVISIÓN, Pussy Deluxe
Pussy Deluxe
Etiquetas: 3. TELEVISIÓN, Pussy Deluxe
Pussy Deluxe
(plástica, elástica y de chachara)
Etiquetas: 1. CINE, Pussy Deluxe
Los ojos verdes ( Marguerite Duras, 1980)
Lord Velasco
(verborrea irrefrenable)
Etiquetas: 6. LIBROS, Lord Velasco