El Rincón del Cinéfilo Caliente

Slumdog millionaire (Danny Boyle, 2008)

“Slumdog millionaire” barrió en los Bafta, fue la gran triunfadora de los Globos de Oro, tiene 10 nominaciones a los Oscar y, según la publicidad, te hace salir del cine con una sonrisa de oreja a oreja. Pero qué queréis que os diga, a mí la biografía de un paria de Bombay que consigue hacerse millonario y recuperar a su amada a través de un concurso de televisión me dejó más bien fría.

Tal vez sea porque cubrí mi cupo de ñoñería con “La curiosa historia de Benjamín Button”, pero sobre todo porque lo que en aquella toleré por tratarse de un cuento de corte fantástico, en esta la voluntad declarada de Danny Boyle de ofrecer “una mirada sensible y comprometida con la India de hoy” se me atragantó de mala manera. Semejante afirmación es comparable a pretender que “Pretty Woman” ofrecía una visión realista sobre el mundo de la prostitución en la América de los 90. Y es que os aseguro que si como dicen “Vicky, Cristina, Barcelona” aumentará el número de visitas turísticas a la ciudad condal, después de ver “Slumdog millionaire” a la India no va a ir ni el tato. Según la “mirada sensible” de Boyle, la India es un país de miseria en el que a excepción del protagonista no hay una sola persona decente. La tortura infantil es una práctica habitual. La policía es sádica y corrupta. Y como turista sólo puedes esperar que te estafen y te roben. Pero como para Boyle bien está lo que bien acaba, al final triunfa el amor y todos bailan estilo Bollywood.

Ni matices ni leches, que hay crisis y con la que está cayendo mejor ofrecer a los espectadores cuentos de hadas con la dosis adecuada de realismo social para que tranquilice nuestras globalizadas y políticamente correctas conciencias. No sé vosotros, pero a mí me da que pensar el hecho de que directores como Danny Boyle (“Shallow Grave”, “Trainspotting”, “28 días después”) y David Fincher (“Se7en”,“El club de la lucha”, “Zodiac”) se nos hayan vuelto tan blanditos y nos propongan historias tan cargadas de buenas intenciones. Y ya sé que la cosa está chunga y que el cine es una buena forma de evadirse de la realidad pero yo frente a esta edición de los Oscar de cosecha apta para todos los públicos prefiero la del año pasado, en la que los Coen (“No es país para viejos”), Thomas Anderson (“Pozos de ambición”), Cronenberg (“Promesas de Este”) y Lumet (“Antes que el diablo sepa que has muerto”) nos mostraban una sociedad desoladora pero cuyo discurso era infinitamente más interesante

Otra película turbantera

que encuentra más bien hortera

Pussy Deluxe
(ni ñoña ni de Bombay)