El Rincón del Cómic Mutante

Tres cómics

El trazo es sencillo; la narración, clara. El resultado, evocador. "Historias de la granja" es el primero de los tres volúmenes dedicados por Jeff Lemire a contarnos la vida del pequeño Lester, un niño que se va a vivir con su tío a una solitaria granja después de quedarse huérfano y que, vestido con su capa y antifaz de superhéroe, buscará refugio en su imaginación. Son páginas llenas de una imaginería típicamente norteamericana con sus praderas, gasolineras solitarias y superhéroes con pies de barro. A pesar de tratarse de un paisaje, físico y humano, muy visitado, el cómic de Lemire se lee con placer. La edición, como siempre tratándose de Astiberri, es preciosa.

El ratón es el animal infantil por excelencia, mucho más que la oropéndola, la tórtola turca o la pitón albina, por ejemplo, lo que explicaría la tira incontable de fábulas, cuentos o series de dibujos animados que ha protagonizado, siendo una muestra las películas de animación de la Disney, especialmente en la época en que las dirigía Wolfgang Reitherman. Hay que ver: toda la anterior frase para decir que "Mouse Guard, otoño 1152" es una obra protagonizada por ratones. La obra de David Petersen es un cómic infantil que, sin embargo, no es un cómic adulto. Eso quiere decir que sus páginas las disfrutarán los más pequeños pero no así los adultos que verán cómo el relato flojea en ocasiones. La parte gráfica, eso sí, es espléndida y a poco que se tenga imaginación es fácil interactuar con las viñetas, soñando con un desarrollo distinto al que Petersen da en sus páginas. "Mouse Guard, otoño 1152" es de esa clase de obras que permiten la reescritura mientras se las está leyendo: inspira más que convence, lo que tampoco está mal.

Las aventuras del teniente Blueberry son una de las cumbres del cómic. Las historias de Charlier siguen siendo tan inagotables hoy como ayer. Dotadas de una emotiva fisicidad (la lluvia, el fango, el día y la noche, los bosques, la nieve, la sangre, la guerra... son personajes de tanto calado como los humanos) y dibujadas con extraordinario virtuosismo por Giraud, la mayoría de los álbumes de la serie me parecen obras maestras, aunque desde adolescente siempre tuve una especial predilección por la aventura iniciada por "Chihuahua Pearl" y rematada por "Angel Face". Resulta curioso que en mi adolescencia me hipnotizara este cómic y, en cambio, me despertase indiferencia, cuando no directo rechazo, el western cinematográfico (nota para los curiosos: "El hombre que valía 500.000 dólares" es un confeso homenaje del "Río Bravo" de Howard Hawks).

A la serie del teniente Blueberry le sucedería lo que a otro célebre cómic: "Asterix". La muerte del guionista (Charlier en el caso de Blueberry y Goscinny en el de Asterix) obligaría a sus dibujantes (Giraud y Uderzo) a hacerse responsables de los guiones, con la consiguiente pérdida de fuerza de las historias. Con la muerte de Charlier y Goscinny, las aventuras del teniente Blueberry, así como las del guerrero galo, se verían atrapadas en el espeso lodazal de lo inane.

Otro popurri exquisito

de nuestro divino

Lord Velasco